EL DUELO INFANTIL

La muerte es un concepto que cuesta mucho relacionar con los niños y las niñas. Sin embargo, detrás de cada muerte hay nietos, nietas, hijas e hijos que, precisamente por su corta edad, necesitan ser acompañados en estos momentos complejos y no dejarlos aparte en casa de una vecina o una tía.

El duelo es el proceso que nos ayuda a superar la pérdida de nuestros seres queridos. A los niños y niñas también. Los rituales funerarios, es decir, el velatorio, el sepelio y el funeral cumplen fundamentalmente dos objetivos: asimilar la pérdida y recibir el apoyo del entorno social. Si el menor se queda en casa de la prima “para ahorrarle el trago” no tendrá la oportunidad de despedirse por última vez, ni de interiorizar la pérdida ni se le legitimizará en su dolor.

El duelo se estructura en varias fases y en los niños también están presentes. No es fácil identificar las emociones complejas asociadas a la muerte en un niño o una niña pero eso no significa que no las sientan. Simplemente ponen en marcha distintos recursos que ayudan a convivir con un dolor demasiado fuerte para ellos.

Encontraremos a menudo dos estrategias. La negación y la distracción.

En la negación el niño o niña niega, como dice su nombre, que la muerte haya sucedido. En un adulto sería una actitud preocupante pero no en un pequeño. Necesitan más tiempo para entender lo que ha pasado y optan por no creérselo hasta que se encuentran más preparados.

La distracción es la capacidad de jugar o reír con los amigos a ratos, olvidando completamente su estado de duelo. Son espacios temporales que les dan un periodo de descanso de su malestar y es fácil, pues, verlos pasar del llanto a la risa con pocos minutos de diferencia.

¿Qué podemos hacer para acompañar un niño o niña en el afrontamiento de una muerte cercana?

Explicar el que ha pasado de manera que el menor pueda entenderlo. No debemos utilizar eufemismos ni analogías. Informamos de la muerte de la manera más sencilla y delicada que encontremos.

-La mejor persona para comunicar a un menor que su padre o su abuela ha muerto NO ES LA PSICÓLOGA. Es aconsejable que se encargue una persona con fuerte vínculo con el niño. No pasa nada si llora mientras lo cuenta. Menor y adulto llorarán juntos. No se me ocurre momento más adecuado para llorar que ante la muerte de un ser querido.

Respetar sus reacciones y si las consideramos inadecuadas (da golpes contra una pared, por ejemplo) podemos intentar reconducirlo con un abrazo y palabras tranquilizadoras que le ayuden a recuperar el control.

-Para la mayoría se trata del primer contacto con la muerte. Por un lado necesitan orientación práctica. ¿Qué se hace en cada momento de los rituales? Explicarles que las emociones, tan fuertes los primeros días, en breve se harán más tolerables y que es bueno que busquen consuelo siempre que lo necesiten.

Por otro lado es habitual que empiecen a darle vueltas al concepto de la muerte y sean conscientes, de golpe, de su propia mortalidad. Por tanto, no sólo deben afrontar la pérdida de su familiar sino también la de uno mismo. Este hecho es especialmente evidente ante la muerte de un animal de compañía. Nos puede parecer exagerado cuánto tiempo el niño o niña recuerda a su perrito pero lo que en realidad sucede es que se ha dado cuenta de lo que significa la muerte y que su madre y su padre, en algún momento, ya no estarán.

-El niño o niña deciden su grado de implicación pero debemos proponerles la posibilidad de despedirse de su familiar (delante del cuerpo, a través de un dibujo, una carta …) Sin miedo. Es su derecho y quedarse con el deseo es peor que ver el cuerpo de la persona que ama y que no verá nunca más.

-Las horas de vela son largas y cuando menor sea el menor más dificultad tendrá para aguantarlas. Es buena idea que esta tía que inicialmente se iba a quedar con el niño o niña en su casa se encargue de acompañarlo al tanatorio y le dé ratos de descanso en casa o en el parque.

-Días después del sepelio la idea de la muerte continúa rondando por su cabeza. Debemos buscar espacios para hablar y preguntar si algo le preocupa. Seguro que tienen muchas dudas o emociones que no saben cómo manejar.

-La muerte forma parte de la vida. Debemos darle el espacio que corresponde pero la vida debe continuar. El menor debe mantener sus obligaciones, sus límites y debemos evitar infantilizarlo y sobreprotegerlo.