INTENTEMOS NO DEJARNOS LA PIEL: PREVENIR EL TOC

El coronavirus nos ha traído cambios a nuestra sociedad que parecían imposibles solo unos días antes de que comenzaran. Entre las nuevas conductas que hemos incorporado está el exhaustivo y frecuente lavado de manos. Este gesto, necesario para evitar infecciones, en algunas personas puede derivar en una patología psicológica llamada Trastorno Obsesivo-Compulsivo.

Y, aún siendo un tema menor dentro de la situación que estamos viviendo, no he podido evitar, desde que observaba en todo momento las continuas imágenes de intensos lavados de manos y friegas con hidroalcohol, que la sombra del TOC se cernía sobre nosotros.

Porque el TOC no mata pero hace la vida bastante insufrible; así que si podemos evitar llevarnos de recuerdo de la pandemia este incómodo compañero de viaje, pues eso que nos ahorramos.

¿Qué es el TOC? Es un trastorno de ansiedad en el que la persona que lo sufre hace conductas (comprobar muchas veces que ha cerrado una puerta, ordenar los bolígrafos del despacho por tamaño, pisar en el centro de las baldosas de la acera cuando camina por la calle o, el gran clásico, lavarse las manos hasta la extenuación) y hace estas conductas con el objetivo de evitar un mal (este mal puede ser algo indefinido o muy concreto como, seguro que os imagináis, contagiarse de un virus).

No es difícil suponer que si en condiciones normales el miedo a un posible contagio es un miedo bastante habitual ahora que este miedo está sustentado por una realidad objetiva es esperable que tanto la gravedad de los que lo padecen como la propia incidencia del trastorno se dispare.

Pero, ¿dónde está en estos momentos la diferencia entre un lavado de manos preventivo y necesario y el TOC?

La distinción no es fácil pero propongo prestar atención a cinco aspectos que pueden alertarnos de que estamos cruzando la peligrosa línea de la patología.

-Ansiedad: el TOC, como he dicho, es un trastorno de ansiedad. Y me dirás, “bueno, es que desde que ha comenzado la pandemia es normal estar intranquilo y preocupado”. Así que vamos a concretar más. Hablamos de una ansiedad en torno a la posibilidad de contagiarse que empuja a la persona a un conducta de protección como lavarse las manos, ducharse o usar productos desinfectantes. En el momento que esta conducta de protección se realiza la persona siente un alivio inmediato. Sin embargo, unos momentos después o minutos u horas, esta ansiedad vuelve a aparecer y nos urge a volver a realizar la misma conducta de protección. Este ciclo se perpetua a lo largo del día y se agrava con el tiempo

-Compulsión: las conductas de protección como el lavado de manos, adecuadas y necesarias para prevenir el virus, se realizan más para reducir la ansiedad que debido a un riesgo real (volver de la calle, haber tocado un objeto no seguro, ir a preparar la comida). La persona piensa en el posible contagio y necesita lavarse las manos.

-Rituales: las personas que padecen TOC no se lavan las manos como los demás. Además de mayor frecuencia acostumbran a hacerlo siguiendo un ritual, esto es, una sucesión de pasos marcados, en un orden determinado que, de no cumplirse, implicaría que no se ha conseguido la desinfección buscada. Este ritual ocupa un tiempo excesivo en el día de la persona.

-Pensamientos intrusivos: aunque es normal que en momentos puntuales tengamos pensamientos que nos preocupan, en este punto nos referimos a pensamientos recurrentes de los cuales no nos podemos escapar y que giran en torno a la posibilidad de contagio. Típicos pensamientos de este estilo son “seguro que cuando toqué el pasamanos de la frutería me contagié”, “he notado el ascensor con un ambiente muy cargado, será porque algún vecino tiene el virus”.

La persona, por más que lo intenta, no puede dejar de pensar en ideas de este tipo que le incrementan la ansiedad y le obligan a realizar la conducta de protección para calmarse.

-Dejar de hacer cosas que nos gustaban: esto puede suceder por dos motivos. El primero porque evitemos situaciones o actividades para no infectarnos que no son potencialmente peligrosas y el segundo porque el tiempo dedicado a las conductas de protección es tanto que no nos queda espacio para hacer nada más.

A medio y largo plazo esta falta de actividad placentera es causa de depresión.

Es posible que te veas reconocido o reconocida en alguno de los síntomas descritos. No pasa nada. Las personas manifestamos síntomas aislados de múltiples trastornos sin que por ello signifique que los padezcamos. Ahora bien, si buena parte de tu comportamiento y vivencia actual se identifica con lo descrito te recomiendo que no tardes en buscar ayuda psicológica. El TOC es un trastorno que puede llegar a ser muy incapacitante y cuanto antes se aborde habrá más posibilidades de tratarlo con éxito.