LA MEJOR RAZÓN PARA DEJAR DE FUMAR: TÚ

El tabaco es la primera causa de muerte evitable en el mundo. La mayor parte de los fumadores y fumadoras manifiestan en algún momento su deseo de dejarlo pero el porcentaje de quien lo consigue todavía sigue siendo muy bajo.

Dejar de fumar no es solo una cuestión de “querer”. La nicotina es uno de los compuestos más adictivos que conocemos. Cuando se está un tiempo sin fumar el cerebro comienza a enviar mensajes cada vez más urgentes de que necesita su dosis. La persona se pone nerviosa, siente un malestar inespecífico y su atención se centra en conseguir un cigarrillo o escapar de ese lugar cerrado para poder encenderlo. Sabe que un cigarrillo le hará sentirse bien de nuevo, aunque sea por poco tiempo. Y no es capaz de pensar en otra cosa.

Fumar es una adicción.

Lo voy a repetir otra vez. Fumar es una adicción.

Y las adicciones son desórdenes complejos que no pueden reducirse a una cuestión de conducta. Fumar, una acción realizada de manera cotidiana durante años, queda asociada a muchos contextos, nos acompaña en aquellos momentos que no sabemos qué hacer, nos da unos minutos de respiro, nos tranquiliza cuando estamos nerviosos y cuando nos aburrimos nos activa. Nos ha dado una identidad y complicidad con otras personas. Somos fumadores. Somos fumadoras.

El tabaco (como cualquier otra sustancia, el juego o los croissants de chocolate) ha desarrollado un sentido en nuestra vida, ha creado un vínculo y tiene un espacio propio en muchas de nuestras rutinas y relaciones.

Sin embargo, pese a que una adicción es uno de los problemas más difíciles de afrontar en una terapia, la mayor parte de las personas que intentan dejar de fumar lo hacen por su cuenta, sin solicitar ayuda de ningún profesional. Y aunque hay quien lo consigue, en realidad son muy pocos respecto a los que lo intentan.

Los estudios nos dicen que el mejor método para dejar de fumar es la terapia psicológica acompañada, en los casos de fuerte adicción a la nicotina, de fármacos. ¿Qué aporta la terapia psicológica frente a la mera voluntad de dejar de fumar? Además de abordar los obstáculos y aprender a afrontar las recaídas, esto es, hacer más fácil conseguir que no fumemos, permite que llegue un momento en el que fumar ya no forme parte de nuestra vida y, como un no fumador, nos veamos libres de la lucha interna de coger un cigarrillo o no cogerlo.

Dejar de fumar no es un antes y un después. Es un proceso que comienza el primer día que nos planteamos que deberíamos dejar de fumar y que finaliza cuando la presencia de una cigarrillo no nos provoca una confrontación interna. Aunque pasen años entre un momento y el otro. Cada uno de los pensamientos cuenta. Y cada uno de los fracasos nos acerca un poco más al éxito. Sacar el tabaco de tu vida implica aprender a rellenar el espacio que deja porque para muchos fumadores y fumadoras dejar el tabaco implica vivir un duelo.

Si fumas y no estás pensando en dejarlo te invito a que te plantees tus prioridades en la vida y valores en qué medida el tabaco las puede estar afectando.

Si fumas y quieres dejarlo, no pierdas un minuto. Busca información (ahora mismo) y decide con qué profesional te sientes más cómodo. Con alguien a tu lado las posibilidades de éxito se incrementan.

Si fumas y lo has intentado dejar varias veces, inténtalo de nuevo. Ya llevas una buena parte del camino recorrido y la información de qué pasó cada vez que lo intentaste es muy útil para conocer tus puntos débiles y tus fortalezas.

Si no fumas, no empieces, porque no fumar es una de las mejores cosas que puedes hacer por ti.