JAMES BOND NO ES PERFECTO

¿Quién no ha soñado con ser James Bond? Arrogante, valiente, seductor , elegante… No dejó nada para los demás. Sabe diversos idiomas (su especialidad es la Europa del Este), pilota todo tipo de vehículos sean de tierra, mar o aire, tan pronto se defiende con artes marciales como te monta una bomba o desactiva un misil y siempre tiene a punto la frase ocurrente perfecta. A mí, de pequeña, también me gustaba James Bond.

Pero vamos a profundizar un poco en la personalidad de nuestro agente del Martini agitado.

Si tuviéramos que realizar un perfil uno de los rasgos que más destacaría son sus nervios de acero. Frío ante la amenaza, parece que no teme a nada ni a nadie. Arriesga constantemente la vida en las más variopintas formas. Es capaz de mantener la calma con una bomba ligada al pecho o saltar sobre un tren en marcha que está a punto de entrar en un túnel. Y sin despeinarse. En definitiva, es un buscador de sensaciones. Necesita el riesgo para superar el aburrimiento que le provocaría una vida ordinaria. Solo las situaciones límite le generan la suficiente emoción para sentirse bien.

Pero tampoco deja indiferente su dureza de carácter. Mata sin remordimientos (en algunos casos le preocupa haberse manchado el traje y reacciona como si fuera un contratiempo) y apenas le afecta observar cómo matan a la mujer con quien se ha acostado unas horas antes. Destroza coches y artilugios carísimos sin pensarlo dos veces, sin valorar una alternativa menos costosa. Lo único que le importa es conseguir su objetivo y le preocupa bien poco el impacto causado por sus acciones. Los daños colaterales no le quitan el sueño, ni los materiales ni los humanos. Pero lo que realmente hay detrás de un tipo tan duro es una grave falta de empatía. Él y su misión son lo importante y por ello todo tiene que estar a su disposición ¿Os imagináis ser el señor Q y que tras poner toda tu inteligencia y conocimiento en una novedosa tecnología no solo no te den las gracias sino que jueguen con tus inventos sin ningún respeto?

Teniendo en cuenta estos dos aspectos podemos afirmar que James Bond en una vida normal sería un hombre insufrible. Incluso se acercaría mucho al concepto que tenemos de psicópata. Dedicado a sí mismo e incapaz de pensar por un momento en la persona con quien convive o trabaja. Especialista en encandilarte con palabras bonitas para que acabes haciendo las tareas más tediosas mientras él se centra en las atractivas y resultonas, aquellas que le permitirán resaltar por encima de los otros. Peleado con una buena parte de los vecinos y liado con la mayoría de las vecinas. Conduce como un salvaje y se ríe cuando dos coches han estado a punto de chocar por su culpa. Solo estar en el filo de la ley le hace sentirse vivo. Desde luego no es precisamente la persona que quisiéramos tener al lado.

Sin embargo solo así puede ser agente de Su Majestad y sin esa personalidad James Bond no habría sobrevivido a la segunda escena de la primera película. Y no nos habría encandilado con sus increíbles acciones.

¿A dónde quiero ir a parar? En la sociedad en qué vivimos tenemos mitificados determinados rasgos de personalidad como si el hecho de no tenerlos supusiera un impedimento para ser feliz en la vida o conseguir una serie de metas. Pero esto no es así. Como hemos visto, con la inestimable colaboración de James Bond, tipos de personalidad que se desenvuelven a la perfección en un escenario determinado presentan muchos problemas si cambiamos las condiciones a las que tienen que enfrentarse. Nadie es bueno en todo. Cuando así lo creemos es porque a esa persona solo la hemos conocido en el ambiente adaptado a su personalidad y no en otro.

Así que antes de mirar con pena a un niño porque es tímido pensemos que el hecho de no necesitar protagonismo en su vida le ayuda bastante al trabajo en grupo (un equipo de cuatro personas de las cuales tres tienen madera de líder no llegará muy lejos). ¿Y qué decir de la tozudez? Es verdad, nos exaspera. Sin embargo son los tozudos los que, pese a tener a toda la opinión en contra, siguieron manteniendo su postura, impermeables a las críticas, y cambiaron el mundo.

Por tanto, si bien es importante modular rasgos temperamentales extremos, intentar cambiar la personalidad, además de inútil, es absurdo. Nunca podrás ser quien no eres. Ser consciente de cómo eres y de las oportunidades que tu carácter puede darte es un camino más realista, menos frustrante y, sin duda, a la larga, más satisfactorio. ¿No eres como James Bond? Qué quieres que te diga, casi que mejor.